Los micrófonos son dispositivos imprescindibles en el mundo audiovisual. Desde una grabación en el estudio hasta un concierto en vivo, su papel es siempre el mismo: convertir las vibraciones del aire (energía acústica) en señales eléctricas que puedan ser procesadas, almacenadas o amplificadas. Pero ¿cómo ocurre exactamente esta conversión?
Aunque existen varios tipos de micrófonos (que exploraremos en siguientes apartados), todos comparten una misma idea central: capturar las variaciones de presión del aire (lo que percibimos como sonido) y traducirlas en una variación eléctrica proporcional. Para ello, utilizan una pieza clave llamada diafragma, que vibra cuando las ondas sonoras lo golpean.
Imagina el diafragma como una pequeña membrana muy delgada, parecida a un tambor en miniatura. Cuando una onda sonora lo alcanza, este se mueve hacia adelante y hacia atrás, siguiendo los cambios de presión del sonido. Lo que diferencia un tipo de micrófono de otro es el mecanismo mediante el cual estas vibraciones se transforman en señal eléctrica.
El corazón del micrófono: el transductor
El transductor dentro del micrófono es el encargado de convertir esa vibración en electricidad. El principio físico que use dependerá del tipo de micrófono: puede ser electromagnético (como en los dinámicos), electrostático (como en los de condensador), piezoeléctrico (en algunos de contacto), o incluso óptico en casos muy específicos. Lo importante es que todos convierten movimiento mecánico en señal eléctrica.
Fases del proceso de captación
El funcionamiento del micrófono puede dividirse en tres pasos:
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Captación mecánica: Las ondas de presión sonora llegan al diafragma del micrófono y lo hacen vibrar. Cada frecuencia y amplitud del sonido provoca una vibración distinta, como una especie de huella acústica.
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Conversión electromecánica: Es aquí donde entra el principio transductivo. Según el tipo de micrófono, el movimiento del diafragma afecta a una bobina, una placa metálica o un cristal piezoeléctrico. Esto genera una señal eléctrica proporcional a la onda original.
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Salida eléctrica: Esa señal eléctrica puede entonces enviarse a un preamplificador, una interfaz de audio o una grabadora. La señal aún es débil, por lo que suele requerir amplificación para trabajar con ella correctamente.
¿Qué hace que un micrófono suene bien?
Aunque todos los micrófonos hacen esencialmente lo mismo, no todos suenan igual. La calidad de sonido depende de factores como:
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La respuesta en frecuencia: qué frecuencias captura mejor o peor.
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La sensibilidad: cuán fuerte es la señal que produce.
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El ruido propio: la cantidad de ruido que genera el micrófono por sí solo.
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El patrón polar o directividad: cómo capta el sonido en función del ángulo de incidencia.
Estas características no dependen solo del tipo de micrófono, sino también de su diseño, su tamaño, la calidad de sus materiales y su electrónica interna.
Conexión con otros dispositivos
La señal que genera un micrófono es muy débil, por lo que normalmente necesita pasar por un preamplificador. Algunos micrófonos también requieren alimentación eléctrica (como los de condensador), ya sea por batería o por una fuente externa conocida como alimentación phantom (+48V).

También es habitual conectar los micrófonos a interfaces de audio, mezcladores o grabadoras portátiles, según el contexto en el que se realice la captación.
Después de comprender el funcionamiento básico del micrófono y cómo convierte el sonido en señal eléctrica, es momento de conocer los distintos tipos de micrófonos. Cada uno utiliza un principio de transducción diferente y está diseñado para adaptarse a situaciones específicas de grabación y sonido.